SEIS ACTIVIDADES QUE PUEDES HACER EN
UN DÍA
1. Acelerar una cuatrimoto hasta que el aire te cachetee, como
quien te exige que despiertes y que disfrutes del día que inicia, es una buena
forma de inaugurar una jornada en Lunahuaná.
Tras
viajar tres horas al sur de Lima, luego de ver las cada vez más numerosas casas
blancas en la costa, cruzar y pasar por Cañete,
el valle te recibe a 500 metros sobre el nivel del mar y con una serie de
ofertas para olvidarte que, si vienes de Lima, vives en una ciudad cada vez más
tugurizada, con mayor ruido y más edificios a tu alrededor. Seamos sinceros,
ver el contraste de un cerro con el cielo, sin ninguna mole de cemento de por
medio, es un privilegio para cada vez menos citadinos.
Reiteramos
lo dicho: el paseo en cuatrimoto es un buen prólogo para la aventura. Conseguir
el servicio es fácil, varias agencias de turismo en el lugar alquilan estos
vehículos a 35 soles. Recuerda, eso sí, contactar siempre con agencias legales.
Una buena opción es revisar Ytuqueplanes.com de PromPerú.
Encima
de las cuatro ruedas no solo sentirás el viento, el terreno poco llano te
ayudará a sacudirte de la modorra si es que en el viaje de llegada estabas
dormido. Lo recomendable es salir temprano de Lima (6 a.m.) y muchos aprovechan
para recuperan el sueño en el camino.
2. Cruzar un valle por
el aire, hasta llegar a 40 kph o más es posible. Canopy, tirolesa, zip-line o cable, llámalo como quieras.
Este simple sistema de poleas y cables nos acerca un poco al sueño de volar por
los aires.
Mientras
surcas de cerro a cerro colgado de una fuerte cuerda de acero galvanizado, una
vez más, el viento. Ahora no te cachetea, tú eres parte de él.
El
servicio de canopy se ofrece a 70 soles en el valle San Jerónimo y las primeras
preguntas que asaltan al visitante gira en torno a la seguridad. ¿Ha habido
accidentes? ¿Muertos o heridos? Los guías nos contaron que el sistema de canopy
del lugar fue desarrollado por expertos traídos desde Costa Rica, paraíso de
los deportes de aventuras, donde el canopy es uno de los artilugios más
populares para disfrutar de la naturaleza desde ángulos poco convencionales.
Eso, más la charla de los guías, tranquiliza.
Y
no, no ha habido muertos. ¿Heridos? Quien escribe estas líneas se rasguñó las
piernas por no mantenerlas levantadas (como lo dijo el guía) al llegar al cerro
de destino. Al regreso (sí, la experiencia es de ida y vuelta) el trayecto
acabó sin contratiempos, aunque con mucha adrenalina y ganas de ir por más. Las
advertencias, eso sí, existen: no deben practicarlo mujeres embarazadas ni a
aquellos que tengan problemas al corazón. Esto último no tiene que ver con la
edad, pues la persona más longeva que cruzó el valle de San Jerónimo en canopy
lo hizo hace poco con 86 años a cuestas.
3. El deporte más
tradicional de Lunahuaná, por el que se hizo famoso entre los jóvenes de
ciudades cercanas, es el canotaje Los recodos y el cauce variable del río Cañete
lo hacen ideal para los que se inician en este deporte o para los que ya
cuentan con cierta experiencia. Si eres más experto, los guías te llevarán a
las zonas más altas.
Una
charla de seguridad, botes, remos y cascos en buen estado dan calma a aquellos
que siempre tienen temor a este tipo de aventuras. Hay dos advertencias: seguir
las direcciones del guía al pie de la letra (remar cuando lo pide y al ritmo
que exige) y no llevar nada que se malogre al contacto con el agua. Todo aquel
que hace canotaje termina empapado.
Los
mejores meses para subirse a un bote y enfrentar los obstáculos del río son de
enero a abril. Es en esa época del año que es más caudaloso, por ser temporada
de lluvias en la sierra. De todos, el mejor mes es febrero, nos dijeron los
guías.
4. Si vas de enero a
marzo, no podrás probar ninguno de los exquisitos platos a base de camarón. La veda de este crustáceo de agua dulce se
levanta en abril. No obstante, la oferta culinaria en Lunahuaná es tan vasta
como la de aventuras. En una nota
anterior mencionamos a Hilda
Huamán y su restaurante Valle Hermoso. Es una buena opción si es que quieres
experimentar con platos novedosos a base de cuy. Los precios van de 30 soles a
más, a excepción de la porción de wantan de cuy, que cuesta 15 soles. A lo
largo del valle hay varias propuestas para almorzar mientras te secas luego del
canotaje,
5. La visita a los viñedos donde puedes catar piscos es una buena opción para a mitad de la
tarde. Si bien nosotros optamos por el paseo a caballo, recibimos buenos
comentarios del viñedo La Reina. Está pendiente para otra visita.
El
paseo a caballo lo hicimos en el hotel La Confianza, un interesante proyecto
turístico que busca integrar a los habitantes de la zona y reforzar su
milenaria identidad. Es que, al igual que muchos de los valles de la costa
peruana, Lunahuaná cuenta con una rica historia precolombina. Las huacas de
Incahuasi, Cantagallo o Ramadilla son prueba de ello.
El
hotel ha recuperado un viñedo que data de 1903. En sus antiguas bodegas
funciona ahora el restaurante, que experimenta con los gustos costeños y
andinos, y su bar, que cuenta entre sus joyas con 40 macerados distintos de
pisco. Al salir de ahí, por un lado estarán los cultivos de vid con las que el
hotel prepara su propio pisco. Al otro lado podrás ver los bungalows
disponibles y un mirador de madera que permite tener una vista privilegiada de
Catapalla, anexo donde se ubica La Confianza.
6. A lo largo del
recorrido nos encontraremos, además de todas las actividades mencionadas, y
otras pendientes, con personas que dedican su tiempo a mejorar el servicio que
ofrecen a los turistas. A otras que buscan hacer realidad ideas que permitan
que Lunahuaná siga vigente y entre a circuitos turísticos nacionales. La mejor
manera de apoyarlos es no contactar a agentes turísticos piratas. Aparte de
perjudicar a los que optan por la legalidad, puedes poner en riesgo tu vida. PromPerú trabaja con aquellos que se esfuerzan
por mejorar Lunahuaná. Aquí podrás encontrar a ellos y a sus propuestas de
tours.
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